La historia de México es, como la historia de muchas otras naciones, una historia de la lucha de clases. En este caso, y probablemente en mayor medida que ningún otro país en el mundo, viene condicionada por su vecindad con los EE.UU. El 2010 los hijos de los aztecas, pero también de los mayas, los zapotecas, los huicholes, los taraumaras y un largo etcétera vivirán un doble aniversario. El del bicentenario de su Independencia, y el del centenario de su Revolución. Mi impresión sobre tan bastos asuntos en tan ancho territorio deja mucho que desear, pero en todo caso, me queda la sensación de que ni de uno, ni de otro acontecimiento quedan demasiadas evidencias en cotidianeidad mexicana, salvo restos de unos y otros bandazos de su convulsa historia. Por una parte, la presencia de multinacionales, trasnacionales o como las queramos llamar hace poco patente una soberanía que sufrío mucho durante todo el siglo XIX a manos de Franceses, Ingleses, Españoles y Estadounideses, estos últimos nada parcos en su naciente y voraz imperialismo, se quedaron con la modesta cantidad de la mitad del país.
Ahora entre Gas Natural, Telefónica, BBVA o Santander entre otros miembros de esta nueva Santa Alianza se da una nueva reconquista, que en realidad nunca ha cejado en su empeño y que todavía hoy es palpable en el resultado de las desigualdades sociales que sigue provocando. Desigualdades que desencadenaron en todo caso estos dos momentos históricos y cuestiones estas que siguen sin resolverse. Es por esto, que si perviven las causas, puedan repetirse las consecuencias, o por lo menos esto dicta la historia, que pese a ser ciencia, dista mucho de ser exacta. No obstante, los vaticinios se los dejo a los futurólogos quinielísticos y las recetas a los chamanes del nuevo mundo.
En la meta de la observación cotidiana que me había fijado para esta ocasión, me sigo quedando con la extrema bondad y generosidad de las gentes que moran al sur del Río Bravo. Muchas son las incognitas que me traigo y pocas las certezas. Pero entre ellas está la de recomendar a cualquiera que pueda y quiera a visitar y conocer tan increible nación de norte a sur y de este a oeste; y por supuesto a extraer sus propias conclusiones sobre cómo son posibles tantas contradicciones entre los seres humanos, y sin embargo, cómo podemos querernos tanto.
Para que no se nos olvide nunca.
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