19 de enero de 2010

Ceyunar

Durante el vuelo de regreso, consciente de lo mal que lo había pasado con el Jet-Lag intenté adaptar el reloj biológico a toda costa. Después de pagar 5 euros por un café en el aeropuerto de Frankfurt descubrimos que había máquinas gratuitas de café tras una pared, me tomé otro. Traté por todos los medios de no dormir hasta la noche con tal de evitar las eternas horas de insomnio que otrora sufriera en anteriores viajes. Para ello hasta volví a leer El País, algo que me había prohibido desde hacía meses. Las palabras de Goytisolo se perdían en una mancha de nada, pero bueno, algo es algo. El esfuerzo fue tremendo, me sudaban hasta las uñas, y estábamos fatal. Pero finalmente llegó la hora de acostarnos y nos fuimos a coquetear con Morfeo. Pasaron las horas y mis ojos se entreabrieron. Miré el reloj y eran la una y media ¡Horror! Había vuelto a suceder. Intenté tranquilizarme y Gloria hizo lo mismo y cerramos los ojos. Volvimos a despertar y eran las cuatro, tratamos de nuevo de dormir y llegamos a las siete y media. Entre risas, nos hicimos una tila y cortamos unos pedacitos de fruitcake. Por algún motivo Gloria se escamó al ver unas ropas tendidas, y al observar que estaba demasiado oscuro para la hora que era y encendió el televisor. De repente estaban poniendo un partido de baloncesto. ¡Uy que raro! Joder, son las siete y media, pero de la tarde, nos habíamos saltado un día. Obvio que aquella post-noche-día no dio un pedazo de Jet-Lag que te mueres. Pero bueno, ya está superado. ¡Que jodido es no dormir por la noche!

El Azor, varado en Burgos.

No importa a donde vaya uno, da igual cuanto tardemos en volver, el regreso es inevitable. Nuestros miedos, nuestras rutinas siempre estarán ahí para hacernos ver que todo intento de escapar es eso, sólo un intento. El chino de la esquina todavía no me ha perdonado, sigue enfadado conmigo porque un día al regresar del basket me puse a gruñir porque las latas de refresco me parecían caras. Probablemente mis quejas eran fruto de otras historias más coyunturales, sin embargo, él persiste en ponerme mala cara cuando voy a por el pan. ¿Qué puedo decir? No voy a disculparme.
Con la voz todavía empañada por una mañana de lunes llegué el primero a la oficina. Sin tiempo de quitarme el abrigo sonó el teléfono.

* ¿Está Rubén?
* No, todavía no ha llegado, ¿Eres Carlos? Inquirí creyendo saber la respuesta.
* No, soy Susana.
* ¡Ah! Llega en quince minutos. ¿Le llamas en un rato?
* Claro.

Total, que nada ha cambiado. Al llegar a Madrid todo parece igual, al poner las noticias percibo que la realidad sigue superando a cualquier ficción que podamos imaginar. Pastillas, terremotos, y escaneres genitales, siempre todo con el sello inconfundible de: “En nombre de la libertad”. Así que bueno vamos tirando. Cañitas y amigos para seguir en la lucha, que no es poco. Con lo aprendido, con lo disfrutado, con lo emocionado, todo ello con una nueva energía sin la cual sería imposible seguir adelante. Tengo muy buenas sensaciones para este 2010. Estoy convencido de que lo mejor siempre está por llegar.

Dedicada al nuevo talde, que ya está dando mucho de que hablar.

2 comentarios:

Quim dijo...

Bentornat... =)

lutxo dijo...

Se me pasa dejarme caer por la Ciudad Poniente. Pero siempre que lo hago es un placer.

En serio le recriminaste a un chino el precio de sus latas?!? Qué grande, Manu!

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