3 de agosto de 2010

The Wire

Suena una sirena, una ambulancia recorre a toda velocidad las calles de Baltimore. Tapas rojas y tapas amarillas se venden en cualquier esquina desde Franklin Terrace hasta Lafayett. Alguien ha caído abatido por disparos en el Oeste y el viento susurra el nombre de Omar. Dos maderos se acaban una caja de cervezas en el parking de la comisaría del Este y las latas van acabando apiladas, una tras otra, en el tejado.


"Silencio, son memorias de un enfermo grave"

Lester y Jimmy, Macnulty y Freemon, siempre tocándole las pelotas a todo el mundo, sobre todo al juez Daniel. El hijoputa de Marlo y el bueno de Cedric. Nada es casual. Todo responde a lo que es; en la humilde opinión de quien os habla, la mejor obra audiovisual creada hasta nuestros días. Podría presentar argumentos que acrediten lo que digo, pero entonces no estaríamos hablando de “The Wire”.

"Otro cuerpo"

Necesitaría más espacio del que existe en Internet para expresar la naturaleza de un personaje como Bubbles. No es una serie de personajes, son toda una serie de personajes. Tardaría más que Galdós en escribir los Espisodios Nacionales que en describir las corruptelas de Clay Davis. Llevo mucho tiempo relamiéndome con las palabras que necesitaría este post. Qué se puede decir. Desde luego que “The Wire” no es una serie de entretenimiento y no sé si se podría decir con claridad que es arte.

"El bueno de Bubbles"

Si hacer de lo particular algo universal es una de las grandes quimeras del cine, misión cumplida. Si hay que hacer de los créditos de inicio en una serie una carta de presentación brillante, no se puede hacer mejor. Las drogas, el periodismo, la política y el resto de pandemias y miserias varias del mundo occidental en una versión actualizada. A mi personalmente Frank Sobotka me ha recordado mucho a Felipe González y Tommy Carcetti a Zapatero, pero carcajadas aparte, eso es personal.

"No hay nada más, solo el aspecto dickensiano"

No hay cánones, no hay patrones, es lo que hay. Hay violencia y miseria. Ni siquiera, al final las escuchas, son lo más importante. Hay calles, pero no son como las de Taxi Driver. Hay sindicatos, pero no es como la Ley del silencio. Es realismo, pero ni siquiera es social, es otra cosa. Esta no es una serie ni de sobresaltos, ni de finales en alto.. Cada vez que llegan los títulos de crédito se sienta una cátedra que todavía no está en las universidades, pero si en las esquinas de Baltimore.


"De qué cojones vais"

Como si esto fuera la presentación de un disco de Hip-hop, solo puedo decir que: me cago en la madre que parió a Scott Templeton por no respetar, y que grande eres Gus. Me quedo con Kima, con Carver y con Bunk. Aprecio el estilo de Avon y descorché un botella de cava a la salud de Stringer Bell. Quién coño necesita héroes cuando existe alguien como Omar Little. Te gusta el western, espera a ver el duelo con el hermano Mouzone. Huye a Nueva York o a Filadelfia, escóndete en el campo o emborráchate encima de un ataúd y sal a la calle a vomitar. Haz lo que quieras, y si quieres darte una vuelta por Baltimore pásate por “The Wire”, quizás al principio no lo tengas muy claro, pero descuida; que penetrará por todos tus poros.

Dedicado a todos los que seguís la Ciudad a poniente. Aquí hay buena mierda.

1 de agosto de 2010

Un liviano post de verano

Tener un blog sí es, como se ha dicho muchas veces, un auténtico cuaderno de bitácora, y no precisamente porque se esté de viaje. Vuelve a ser Agosto en la Ciudad a poniente y los moradores de la urbe salen disparados en cualquier dirección (ventajas del modelo radial). “El sol calienta como una estufa de butano y los pájaros visitan al psiquiatra”. Una de las primeras nociones que tuve de lo que podía llegar a ser esto fue cuando vi “Barrio” de Fernando León. No es tan dramático, pero se asemeja un poco.

"Vaya, vaya"

El verano en Madrid transforma el paisaje humano de la ciudad. De repente, sus habitantes son más rubios, con ojos más azules y más altos. No hay nada de malo en ello, de hecho resulta incluso exótico. Calcetines con chanclas, paellas mixtas y mapas calcinados en la cola del Prado. Es como si fuéramos un parque temático en las afueras de Estocolmo.

"Con la calor que hase hija"

Cuanto más madrileño me hago, menos me molesta pasar el verano en Madrid. Todo resulta mucho menos estresante. En el supermercado de descuento ya no hay que meter el codo por el último paquete de tallarines. En los cines se está fresquito, eso sí, el cine independiente convive con las porquerías de última hora, esas empalagosas y absurdas comedias románticas de una dudosa autoría intelectual. Aunque gracias a Mao nunca dejamos de tener camaradas chinos que nos proveen de todo lo que no necesitamos y creemos imprescindible.


El verano provoca que baje el ritmo cardiaco de las arterias y las venas de esta condenada ciudad. Al que que aquí sobrevive siempre quedan los helados y los parques, las piscinas municipales. Lástima que haya que reconocer que el esfuerzo de los gobernantes de esta polis en eliminar cualquier resto de árbolado en las plazas públicas está dando resultado, son insufribles.

"No por consabido, menos cierto"

Yo soy de costa, de la costa mediterránea, de la costa mediterránea alicantina y sé perfectamente que Agosto es el mes más horrible para ir a la playa. Aunque si es el único que tienes, se puede comprender. Aún así, me cuesta entender de cuánto de voluntario y de cuanto de estupidez unisónica estamos hablando. Agosto un mes para sobrevivir, un mes para la fiesta, un mes para preparar el verdadero calendario, porque en Agosto cada año echa su última llamarada antes de apagarse.

Pues eso.