21 de septiembre de 2009

Refugio antiasco

El otro día volvía a casa, absorto en un intenso debate interno sobre dónde comprar el pan. Tenga en cuenta el lector que en Madrid el agua es buena y el pan es malo. Este alimento tan imprescindible en nuestra dieta divide a las personas en dos clases. Los que comen con pan y los que comen sin pan. ¿Quién puede comer sin pan? Sinceramente me parece un misterio insondable. Rasqué el monedero y aparecieron dos monedas de veinte céntimos y dos cobrizas de cinco. Con esa cantidad solo se puede acceder a una barra del chino de la esquina de Calle Torija con Fomento, a escasos metros del Tribunal de la Inquisición, lugar que a inspirado a tantos y tantos Ministerios del Interior.

Con el artificioso pan en la mano caminaba yo a casa. Normalmente en esta ciudad te cruzas con gente, gentecilla y gentuza. A escasos metros de la puerta de mi casa y con las llaves en la mano distinguí a una vieja conocida, Pilar del Castillo, a la que cariñosamente apodábamos en la universidad “Hija del Caudillo”. (Gustando de una rima fácil). Allí estaba. Afanosa, ufana, hablabando por teléfono. Tengo que reconocer que estuve tentado de hablarle de nuestro club de fans, de aquellas movilizaciones estudiantiles en las que coreabamos su nombre. Pero estoy convencido de que como buena ex-comunista conoce al detalle los pormenores que se cuecen en las manis.

Después de los disturbios en Pozuelo de Alarcón tengo que reconocer que albergo cierta confusión mental. Reconozco que determinados acontecimientos han minado, si cabe más, mi corta entendedera del mundo. Ahora que el Grupo Prisa ha virado el rumbo, y como buenos bucaneros mediáticos, con una moral que sería la envidia de un grupo de hienas, (sin ofender a las hienas), abren fuego a diario contra Zapatero y sus acólitos. Ahora que se habla en la sociedad de regular la esclavitud sexual. Mientras todo se va yendo a la mierda pesadamente, como una piedra en una ciénaga me hallo confundido. Cuestionando un Estado del bienestar menos dinámico que los ojos de Espinete no acierto a encontrar un halo de claridad. El otro día hablaban en las noticias de los “Ni-nis”. Una nueva generación, con un nuevo concepto de vida. Ni estudian ni trabajan. Construyendo con fervor la utopía del “vive de tus padres, hasta que puedas vivir de su herencia”.

Sin embargo, hay en Madrid un refugio para vagos y maleantes, gente de malvivir, anacoretas, rojos, comunistas, negros, indios, árabes y maricones. Me gustaría rendir homenaje a los colegas y las cañas en Lavapiés, a esos bares que son refugios para sociopatas de tres al cuarto. Cuando entras en este barrio es como uno se siente como en casa. Hay grafitis, carteles en las paredes, hay bares molones y precios para el pueblo. Allí las conversaciones transcurren siempre con alegría. Entre emotivos brindis por los que llegan y por los que se fueron encontramos buenos momentos llenos de recuerdos. Por el pan de pueblo, las cañas, las buenas pelis, los vinos de batalla y por los buenos libros.

B.S.O recomendada para leer este post.


Fotos robadas en Flickr: esquina Lavapiés, Metro Lavapiés.

16 de septiembre de 2009

Agio: un tema de ayer y siempre

Madrid tiene rincones y recovecos. Esquinas y chaflanes. Pasadizos y muchos túneles. Es en estos lugares y de las formas más inesperadas se encuentran a menudo instantes verdaderos. Me voy a permitir la osadía de admitir que el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía es un buen museo con un infame nombre. El otro día fui de nuevo a darme una vuelta por allí. Después de la espectacular exposición de Juan Muñoz estoy en positivo con este lugar.



Subiendo y bajando escaleras, preguntando por aquí y por allá fui a dar con la videoproyección de Patricia Esquivas. Este sistema capitalista es como un macabro libro de chistes y los únicos antídotos parecen ser el suicidio o la risa. Por lo que he leído en el tríptico que me llevé a casa se han esforzado mucho por tratar de impedir que nadie entienda el verdadero sentido. Sin dejarme llevar por unas conclusiones, que en algunos casos resultan demasiado obvias, este vídeo proporciona algunas claves nada desdeñables sobre las consecuencias de 40 años de oscuridad.

Con el título “Todo lo que no es ración, es agio” Esquivas nos sitúa en los motivos de la mediocridad cultural que vive el Estado español. Paellas y curas que hacen el aire irrespirable. Si alguna vez has dudado sobre si eres tú, o es que a tu alrededor solo medra la estupidez, puedes acudir (recomiendo ir en horario gratuito por supuesto) y exclamar algún “ya te digo”. Y aunque la II República hizo cosas abobinables y totalmente condenables... No pude evitar sentir pena por este Madrid tan dominado por la derecha. Le eché un vistazo al Gernika siempre vigilante, a las fotos de Cappa, a la réplica del pabellón del 37. Efectivamente, fue una cuestión de revolución o barbarie, y ahora hay que seguir apechugando.