27 de diciembre de 2009

Ensayo sobre la vida en América II

Entre las muchas cosas que me llaman la atención de este lado del Charco hay una muy peculiar, los retretes tienen mucha más agua en la taza, esto es muy llamativo y produce fenómenos muy curiosos, no acabo de decidirme si me gusta más o menos que la escueta cantidad de H2O que recibe nuestros regalos en el Viejo continente. Cuando menos es muy llamativo.

En Monterrey hay diversos fenómenos dignos de estudio, uno de ellos es la conducción. Los carriles no solo no están bien delimitados sino que en multitud de ocasiones las rayas de la carretera se multiplican hasta convertir en pura intuición adivinar cual es el carril por el que uno debe circular. La gente hasta tal punto no usa los intermitentes que creo que muchos de ellos no se han fijado que en lugar de ser amarillos son del mismo color que el faro, con lo cual la confusión es máxima. Pero el caos, no es más que un equilibrio al que no estamos acostumbrados y todo fluye de manera armónica. Así de este modo accidentarse conduciendo forma parte de la cultura general de esta ciudad. Todo el mundo tiene anécdotas que contar en las reuniones, algunas llenas de sangrientas peripecias al volante, las cuales lucen cual medallas al valor, y sobre todo cargadas de mucho humor. Curiosa también la noticia que he leído y oído en los medios de comunicación locales estos días, y la cual he tardado en asimilar, en la cual se anuncia la retirada de los controles de alcoholemia por ser fechas navideñas y como muestra de buena voluntad por parte de las autoridades. Cabe decir que aquí el coche es casi una extensión de la persona, y que apenas se concibe la vida fuera del hogar sin la presencia del utilitario.

Aquí la temperatura es sencillamente primaveral, y la vida es ampliamente familiar. Saludar a toda una familiar requiere todo un espacio de tiempo y los saludos son efusivos y cariñosos. Las altas tasas natalidad es algo que choca con la mentalidad actual en nuestras capas sociales del Viejo mundo. Me llama la atención la cantidad de sitios de comida para llevar, y como la impresionante gastronomía mexicana nunca se agota. En este caso del Noroeste del país la carne de res es la estrella. Y es que esta parte de la República se funde, en determinados momentos, con el concepto del sombrero, el caballo, las botas, las reses, los ranchos y toda esa vida del viejo estilo americano.

Otro tema que siempre está en el candelero son como las llaman ellos: “las balaceras” o tiroteos, para nuestras entendederas. A menudo pasamos por calles o avenidas y se comentan los acontecimientos vividos entres nubes de plomo entre los “narcos” y las distintas fuerzas policiales o militares. Hay mucho de viejo y nuevo en toda esta historia y todavía no tengo una opinión formada del todo al respecto, pero si intuyo muchas cosas que giran en torno a este “bussines”. En cierta manera me causa mucha risa observar como todo es lo mismo en todas partes, y como de forma intencionada se generan pánicos, conflictos, mitos y leyendas en torno a lo que los media inflan como un globo de helio. Si utiliza una mirad Euskalegrítica, todo cae en el histrionismo y el ridículo. P.E: El otro día apresaron a un músico norteño por haber tocado en las fiestas de los narcos. La opinión pública está sumamente dividida como os podéis imaginar con manifestaciones y toda la pesca. Al oír la noticia yo pensé, “Mira, el Todo es E.T.A, pero en versión Todo es Narco” y me reí a carcajadas. Narcofiestas
Pese a que en México lleven unos 3.500 muertos al año por este conflicto no se respira ningún tipo de inseguridad en las calles. Eso sí, hay que tener ciertas precauciones, pero yo diría que así como en prácticamente en cualquier parte del mundo, ¿O no?

21 de diciembre de 2009

Ensayo sobre la vida en América I

La otra noche pasamos delante de una casa que tenía unas luces de navidad en el jardín que no soy capaz de describiros. No encuentro palabras para explicar lo que vi. Entre algunos de nosotros podría funcionar aquello de "Bi-bi-bizar". Lamento muchísimo que ha sido una de las pocas ocasiones en las que no he llevado la cámara de fotos encima. Venía siendo un jadín con millones de bombillas, muñecos de nieve y soldaditos de plomo hichables e iluminados por dentro, del tamaño de una persona, con un tren de estos de juguete recorriendo todo aquel espectáculo.

Comer en el Mall es uno de tantos ejemplos de que en cada gesto uno genera un huevo de basura. En otras ocasiones me había visto reacio a aquella extensión, intentando no dejarme seducir y embaucar por todo aquel desproporcionado monstruo del capitalismo. Un centro comercial tan grande que cabían dentro creo que todos los centros comerciales de Madrid, y que en unas 6 horas vimos como el 60% de las tiendas. Pero en esta ocasión llevaba preparados mis dólares y me sentí como un cazador dispuesto a renovar mi estropeado y maltrecho fondo de armario a la mitad de precio (literalmente) que nuestra penosa economía en Madrid no me permitía mejorar. Fue agotador, pero me he pilado unas cosas bien chingonas.

Dejando atrás Texas, y ya de lleno en México, todo cambia. El miedo a las irregularidades o ilegalidades se torna relajo y despreocupación. Y el cambio de conducción nada más pasar la frontera se deja notar en las revoluciones del coche. Tras el siempre divertido paso por la frontera en la que ellos no están acostumbrados a mi, ni yo a ellos, paramos a comer en el rancho. Huevos divorciados, tacos, y un agua de sandía que me transpotaba a la primera vez que atravesé esta línea divisora entre los hombres, que según me han contado es de las más multitudinarias del planeta. Me gustó la sensación de notar que ahora, mucho más que las veces anteriores, estaba preparado para apreciar este viaje.

Prometo fotos a la vuelta...de momento, only coments.

4 de diciembre de 2009

Actually, love

El niño obeso de Ourense, los piratas, los parados y los activos. La actualidad es algo que caduca tan rápido como el pollo de supermercado. El Estado secuestra a un amigo tuyo y el racismo transpira a través de cada poro de esta sociedad, la vida triste de Borja Tyssen o las tronistas de Tele 5. Risto Mejide y su nuevo evangelio, la sobrexplotación, los e-mails comprometedores y el spam, las putas de Berlusconi y la madre que las parió. El tratado de Lisboa, nuestro presidente europeo (¿Quién ha votado a ese energúmeno?) y por supuesto, Durao Barroso y Joaquín Almunia (dos tontos muy listos). ¿Creyó Moratinos que el pasaporte español compraría a alguien?

La de cubatas que me voy a poner con este hielaco.

Los desayunos de TVE con una que va de lista, y la que iba de lista ahora presenta el telediario. Los concursos de la Sexta, las gracietas del Wayoming, y los labios de Susana Griso. La calva del de la Fórmula 1. Las peripecias de los políticos, las fiestas de los futbolistas y los descuentos en el Dia. Las versiones de Marta Sánchez y David Bisbal de Nino Bravo y el camello de Ronaldinho. Los policías que atropellan brutalmente a peatones. Una nueva película de Rolan Emerich, los delitos de Polansky y las leyes de González-Sinde. El PP está a favor de la piratería en Internet y yo estoy en contra del PP. El PP está a favor del cambio climático y yo en contra de Greenpeace.

El sueño eterno.

Toda esta basura son como iconos en un escritorio, acabarán en la papelera, y con el tiempo acabamos vacíandola para incorporar unos nuevos, más actualizados. Paquirrín e Islero. Paco, Adolfo y los premios que le dan al Rey. Los que atracan bancos, los que se queman a lo bonzo, los moros, los morosos y amorosos. Yo no veo películas españolas, tampoco las vería si fueran francesas, son malas y punto. Me falta información. El gobierno de Evo Morales investiga a una amable asociación de amigos del golpismo en el Cono Sur. La gente que no quiere pagar impuestos. No me salen las cuentas y no extraigo ninguna conclusión.