11 de julio de 2010

Allison y las colonias socialistas de verano

Cuando empecé a ver la serie de “Sexo en Nueva York” una de las pequeñas cosas que me cautivaron de esta saga fueron los breves monólogos interiores de Carrie. Sin duda, alejados de la calidad narrativa de Woody Allen, pero, al fin y al cabo, con algo de su esencia. Una de las sentencias del Mago de Brooklyn es aquella en la que en Annie Hall le dice a la preciosa Allison que él es un reaccionario, “un reaccionario pero de la izquierda”.


Me encanta que me reduzcan a un estereotipo cultural.

Y así vagamos por el mundo. Sin encontrar ni un solo respiro, sin entender ni ser comprendidos. Con una bala de sarcasmo siempre en la recámara, para defendernos sin tener que dar explicaciones. No creo que nadie pueda entendernos salvo nosotros mismos. Nadie va a venir a salvarnos. Al final, hemos llegado más lejos que nadie. Más lejos que nunca en el esfuerzo de adaptarnos, aunque terminemos siendo unos inadaptados por dentro. Nadie puede ver a través de nosotros porque nos protegernos, no queremos que sepan que sufrimos. Somos mutilados ideológicos.
No hay un momento para la rendición, ni un instante para la salvación. Podremos tener más o menos miedo, pero en el fondo somos conscientes de que no hay salida. Hay banderas y banderas, estrellas y estrellas. “Nuestra república está en la imaginación, nuestra república es imposible”, así lo describen los mallorquines de la Gran Orquesta Republicana y así es. Ya es imposible recuperar los símbolos, es imposible recuperarse del pasado, y este no va a cambiar. Así que al igual que nuestros abuelos se escondían en casa cuando llegaba la Semana Santa, embriagados de una amargura que no somos capaces de sentir, así nos recluimos por dentro. Como un caracol en su caparazón, en espirales de sueños que ya se marcharon y nunca volverán.

Desde luego, no tengo la intención de creerme a mi mismo.
Pero muerto el Rey, ¡Viva la República!