Ya ha llegado el fresquito a Madrid. Las hojas comienzan a ser más abundantes en los resbaladizos suelos de la ciudad que en los árboles de sus calles. Ayer iba camino del curro y a unos cien metros vi como una señora “debaraba” (del callosino resbalar) y caía a plomo contra el suelo. Corrí en su auxilio, la ayudé a levantarse y en eso apareció una chica de estas que ponen multas por mal aparcamiento. Como me decía Juanillo ayer, una figura de semi-autoridad. La dejé llamando a una ambulancia y continué mi camino. Sentí que por lo menos este no era un lugar tan deshumanizado. Y es que esta semana también estuvo marcada por el visionado del desquiciante y delirante documental de Michael Moore sobre la sanidad en los EE.UU.
Sicko es una delirante historia con los detalles demagógicos de este cineasta, que despierta los sentimientos esos de: no estoy de acuerdo contigo Michael, pero joder hasta me parece necesario que se hagan cosas como esa. Quedan como agitados algunos sentimientos que a veces permanecen ocultos. Y desde luego ver a estas alturas a personajes como Gabilondo preguntarse con fariseismo, a dónde coño vamos hace quedar muy bien a tipos como Moore. Es duro soportar a indeseables como Risto Mejide, quien convertido en profeta de las libertades postmodernas tiene ya su propio púlpito desde el que lanzar a sus fans hacia el gran abismo de la nada, un documental como Sicko queda hoy día como una obra ácida y certera.
Sicko es una delirante historia con los detalles demagógicos de este cineasta, que despierta los sentimientos esos de: no estoy de acuerdo contigo Michael, pero joder hasta me parece necesario que se hagan cosas como esa. Quedan como agitados algunos sentimientos que a veces permanecen ocultos. Y desde luego ver a estas alturas a personajes como Gabilondo preguntarse con fariseismo, a dónde coño vamos hace quedar muy bien a tipos como Moore. Es duro soportar a indeseables como Risto Mejide, quien convertido en profeta de las libertades postmodernas tiene ya su propio púlpito desde el que lanzar a sus fans hacia el gran abismo de la nada, un documental como Sicko queda hoy día como una obra ácida y certera.
Madrid comienza a dejar al descubierto los resultados de las últimas obras en el centro. La Puerta del Sol ha quedado como lo más parecido a una partida de ajedrez a medio concluir. Con un montón de piezas diseminadas al capricho del desarrollo de los acontecimientos. La última moda son las plazas sin árboles, fantástico, como aquí el sol no cae a plomo ni nada. Habría que preguntar a los urbanistas de hoy en día si ellos transitan en algún momento por los espacios que diseñan. Tengo la terrible sospecha de que la respuesta sería: ni de coña.
Otra novedad de la temporada son los mercadillos “artesanales” de Navidad. Puestos en cada plaza, que convierten su tránsito en una auténtica odisea. Y bueno, entre lo que ofrecen me decanto como siempre en los que venden reliquias de la U.R.R.S. Siempre me dan ganas de comprarme una petaca de esas, llenarla de vozka, un encendedor con la cara de Lenin, y bueno...El resto os lo dejo a la imaginación. ¡Un abrazo!
1 comentario:
A València l'estiu no vol morir mai, aix...
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