30 de septiembre de 2010

A la caza de un nuevo octubre rojo

Todo post es perecedero, y este puede que lo sea más de lo habitual. Una jornada de huelga la del 29 - S que ha dejado las cartas boca arriba sobre la mesa. En primer lugar quiero apuntar que creo que no se debería confundir el realismo con el pesimismo. Lo cierto es que ser de izquierdas no está precisamente de moda, y la conciencia social está más vendida que la rebeldía en los anuncios de televisión. Me voy a alinear con la opinión de que con la que está cayendo, la huelga no ha estado tan mal, triste, tal vez. Si tenemos en cuenta que los sindicatos mayoritarios han desmontado y desactivado durante años la lucha social, no es descabellado pensar que ayer se vio bastante movimiento.

Alto y claro.

Varios piquetes acabaron en el hospital, en muchos casos por atropellos salvajes, casquillos de balas en Getafe, y duras cargas policiales en todas las ciudades de Logroño a Valencia, fueron la moneda de cambio para una protesta, más bien, de baja intensidad. Esto demuestra que ellos si están en buena forma, y que no dudan en emplear la violencia para frenar la lucha de los trabajadores. Claro que los violentos somos nosotros, la quema de contenedores contra miles de millones de euros de dinero público que ha ido a parar a los bancos, yo lo veo claro.

La policía del régimen sigue bien entrenada.

No hace falta ser Rapel para darse cuenta de que la situación es irreversible y que esta crisis la vamos a pagar los que no la hemos provocado, con el visto bueno de quienes se están beneficiando de la misma. Los sindicatos se merecen una buena reprimenda por su mal hacer en todo esto. De hecho una enorme pancarta que les llamaba traidores fue gratamente aplaudida en la puerta del Sol mientras se desplegaba. El ambiente estuvo bien, pero hace falta más.

Robada de Diagonal.

Se está lejos de conseguir que el verdadero caballo de batalla en una huelga general, el comercio, responda. Pero la clave, desde mi punto de vista, hay que buscarla en el falso concepto de despolitización de la sociedad. El concepto de solidaridad está más al borde la extinción que el lince ibérico. La sociedad está ampliamente politizada y sumisamente instrumentalizada, pero hacia la derecha; aunque pienso que hay que huir de falsas explicaciones cuando la realidad no atienda a nuestras peticiones. La batalla está perdida. Pero eso no es motivo para abandonar la lucha. Creo que lo mejor es aguantar, resistir, no perder la calma, templar los nervios y estar atentos. Porque decididamente, e insisto, trato de ser realista, creo que la izquierda a nivel global no ha estado nunca tan mal. Por lo menos en su nacimiento había cierto mesianismo inocente, pero muy válido.


Me da igual si el gobierno lo niega.

No por lo que digan los medios, por nosotros, hemos de buscar una posición firme. Y eso está mucho también en la posición local de cada uno de nosotros, en nuestro puesto en la barricada. Tener o no tener liberados sindicales ya me parece un debate incluso accesorio, lo importante creo que está en el corazón de las convicciones, en ser un auténtico Vasili Záitsev y no dejarse amedrentar. Stalingrado es todos los días. Ahora que arranca Octubre, me apetece comprarme una camiseta de la Stasi y decir aquello de “yo envenené a Blancanieves y puse la inyección a Lassie”.

12 de septiembre de 2010

Ciego de mirar al sol de poniente

La ciudad sigue aquí. Es importante no perder ni la concentración, ni la compostura; vamos que no se escape el compás. Todo fluye. Después de cada fin de semana vasos de plástico y botellas de Ballantines me acompañan el lunes por la mañana en mi camino de baldosas amarillas. Un año, ese es el tiempo que llevamos juntos. Con mejor o peor suerte seguimos en pie.

Mod.

Los molinos siguen siendo gigantes, y las miradas, un mundo perdido. En ningún caso me he sentido solo en este lugar, a pesar de la frialdad de sus calles. Me sigue emocionando cuando el sol estalla cada atardecer sobre la Casa de campo. Me fascina pasar por algunos lugares que nunca he visto, más que en los libros. En ocasiones, siento la sombra algún cortesano del siglo XVI pisándome los talones. A veces, paseando, uno puede escuchar el sonido de las bombas cayendo sobre el Madrid de los años 30.

Destrucción masiva.

Hay que tener valor para coger la vida por los cojones, para no dejarse amedrentar por facciosos y gentuza. Así que por ese motivo, decidí erigir este púlpito y dirigirme a las masas, con el índice de Lenin, señalando a los culpables de tanta miseria. Proselitismo de codo en barra con cañas y tapas. Teoría política de vinos por Lavapiés. Tertulias en el Café Gijón, y una mierda, conspiraciones para matar al rey en Malasaña. Aguardo oulto entre bolsas de plástico y sueños publicitarios. Ante el imparable avance de la nada, hemos decidido empuñar un fusil y disparar a quemarropa sobre la estupidez.

Algunos lugares.

A todos los que pasáis por esta morada no olvidéis coger un puñado de balas, invita la casa. Podéis tirar el panfleto a la papelera al salir. La asamblea ha terminado, nos vemos pronto en la línea del frente.

Nunca me cansaré de escucharla.


2 de septiembre de 2010

Me quedo en tu balcón

Qué clase de periodista sería si no escribiera un post dedicado al mes de septiembre. Probablemente uno bueno. Pero como soy de la vieja guardia, no puedo dejar pasar la oportunidad de volver a centrarme en la realidad. Los guiris ya cierran las maletas en las habitaciones de sus módicos hoteles de costa. Algunos se llevan unas bonitas fracturas gracias a lo que ha sido para este servidor el fenómeno del verano, el “balconing”. Una interesante propuesta de performance que nos han traído nuestros alcoholizados huéspedes. Lástima que algunos de ellos no vayan a poder repetir en tan cálidas tierras.


Creo que hay imágenes que no merecen comentario.

Los días remiten, los pasos vuelven al compás robótico y comienzo a cruzarme las mismas miradas que hace unas semanas. La escalera del edificio registra más tráfico, los coches van apoderándose de su habitat, las faldas ya no son tan cortas, ni los escotes tan pronunciados. Las abejas volvemos a hacer polen para la reina. La mentira hippy del verano comienza a verse truncada. Ibiza fue el destino de moda y Michelle Obama nuestro particular Mr.Marshall.

Thanks!

Siempre quedan las esperanzas de que la cartelera del cine mejorará, de que este año no habrá marrones en el curro y de que sonreiremos más; pero pronto todo eso acabará en la papelera de reciclaje de el escritorio de nuestro ordenador y pulsaremos la opción de Vaciar.

Tomada con el móvil camino del curro.

Me gusta ser pesimista, es una forma positiva de ver las cosas. Creo que por eso me gusta tanto el Otoño, siempre pasan cosas fantásticas en Otoño, que coño, el Otoño es la mierda. Me tomo el café frío por las mañanas, la alcachofa de la ducha está llena de cal, siempre se me cae Internet cuando la descarga está a punto y mi casero pasa de reparar las manchas de humedad del piso. Por eso me gusta el mes de septiembre, porque me recuerda siempre que un nuevo curso escolar amanece, y a mi me gustaba ir al colegio, a pesar de todo.

Dedicado a 33 Series, y su pedazo de lista de Spotify, y en homenaje a los increíbles momentos que vivimos en la FAB.