24 de mayo de 2011

#estoesreflexion

La historia está llena de fechas, lo más probable es que la mayoría de ellas sean imprecisas, pero así somos los seres humanos, ávidos de símbolos. Entre el 15 y el 22 de mayo de 2011 han pasado muchas cosas en Madrid, algunas impredecibles y otras se han cumplido según el guión marcado. El pueblo madrileño ha demostrado sobradamente que es un experto en echarse a la calle y en provocar auténticas revueltas populares, y sin duda, cuenta con otra muesca en su haber con la que ya se conoce como “la revuelta de los indignados”.

Durante esta semana miles de persona tomaron el espacio público, lo cual dado la actual situación de parálisis social, provocada por las estructuras caducas de una sociedad basada en la intoxicación informativa, no resulta un hecho baladí. La pregunta que me hago es si, después de lo que he visto, serán capaces de unirse mínimos aglutinadores y capacidades transformadoras. Me cuesta creer, desde mi humilde punto de vista, que aquellas personas que mayoritariamente apoyan las propuestas sean capaces de reformar una casa sin tirarla abajo.

La Torre de Babel de la ideología.

Si alguna persona cree que las situación de abuso que se produce por parte del sistema económico dominante no puede revertirse espero que se haya encerrado en casa y se haya tapado los ojos con una venda y los oídos con tapones de cera. La acción, la lucha, el asamblearismo, la autogestión, el respeto, la conciencia, la ausencia de líderes, la solidaridad y la organización desplegados por los acampados en la Puerta del Sol han sido encomiables. Pero nadie nace enseñado. Por muy bien que te lleves con un colega o con una pareja, no siempre tienes por qué estar de acuerdo en todo y ese momento puede llegar en cualquier momento al universo 15 M. A luchar no se aprende de la noche a la mañana, y es un aprendizaje que no acaba nunca. La experiencia se va adquiriendo progresivamente y es un rédito que proviene generalmente de posturas que tienen su arraigo en la izquierda.

Bajo el asfalto está la vida.

Ya sabemos que las ideas de izquierda difícilmente calan en la sociedad, en ésta quiero decir. ¿Podrán las posturas “apolíticas” calar en la gente de mayor recorrido militante a cambio de poder dar más lumbre al fuego revolucionario? ¿Podrá el heterogéneo grueso del 15 M sobrevivir sin el grado, y la experiencia ya vivida de quienes llevan años dejándose la piel en la lucha? ¿Podrías escalar una montaña sin saber por dónde han intentado subir otros? Puede que sí o puede que no.

Lo que yo he visto ha sido una enorme masa, pidiendo las cosas con los típicos tics de las masas. “Queremos algo y lo queremos ya”. Estar bajo en los toldos de la Puerta del Sol es como viajar a otra dimensión. Descubrir un huerto en el único e insignificante espacio de tierra que han dejado los gobernantes es un poderoso símbolo de la bondad de lo que se vive allí. Con estética de mercadillo de pueblo con marcado carácter moruno el movimiento 15 M le dice al mundo que no somos máquinas, somos personas.


Todos tenemos una referencia en el arte, y las revoluciones también lo tienen. El de ésta ha sido en la generación del mensaje muy Mayo del 68. Con estas credenciales, defendiéndose como gato pazarriba, un nutrido grupo de personas afrontan un #yeswecamp. Perroflautas, mendigos, comunistas, anarquistas, precarios, parados, becarios, universitarios, pensionistas y otras clases de encantadoras personas se han encontrado en un foro construido por ellos mismos y para sorpresa de propios y guiris.

La derecha, poderosa y segura en sus posiciones no ha pedido la cabeza de este Juan Bautista, eso me da mala espina. Sus burdas críticas son todavía inocuas, como lo ha sido el 15 M hasta el momento, en aspectos de cotabilidad materialista. Que mala señal es que a quienes tan duramente hemos criticado no se hayan sentido especialmente aludido. ¿Quizás sea cuestión de oído? Tal vez, por un momento, deberíamos aplicar lo de decirlo más alto en lugar de más claro. El paso hacia la descentralización de los grupos de acción es un paso tan acertado como necesario, y será una buena toma de contacto con la agotadora lucha de lo cotidiano.

20 de mayo de 2011

Un instante de vida

Hace ya algunos días quedé con Paco y con Alberto para tomar unas cervezas. Sentados en una castiza terraza de la plaza de Tirso de Molina reconocimos a un marxista marroquí que interviene el documental de “En construcción”. Le invitamos a compartir la velada con nosotros. Entre el humo del tabaco, el regusto del lúpulo y las pinceladas de nuestras derivas sobre lo humano y lo divino, tuvimos una interesante charla a todo gas sobre poesía palestina, política internacional y demás excentricidades. Al despedirme de mis compañeros de aquella ebria y fugaz Ítaca tertuliana recuerdo que les berree: “el domingo hay buena mani, el domingo hay buena mani”. No sé por qué lo dije.

El domingo quince de mayo nos reunimos David, un coleguita del pueblo que estudia periodismo en la Complu, una auténtica perla de la juventud rebelde de sur alicantino; Mikel, un vasco; Juan, sociólogo corrosivo de la Rioja rojiverde; y un servidor. Al llegar a Cibeles, punto de partida clásico en el manifestódromo madrileño, nos dimos cuenta de que había bastante peña, más de la que en un principio todos los presentes intuíamos habida cuenta los resultados de las últimas citas izquierdistas que habíamos vivido, y aquella sensación de algo estaba funcionando, prendió.

Es cierto que con batucadas nunca se ha cambiado nada. También estoy de acuerdo con que devolverle al sistema cierta dosis de la violencia con la que nos fustiga diariamente es un acto totalmente aplaudible. No obstante, una gran batucada se batía el cobre bajo el sol y agitaba con braveza el joven corazón de la mani. Enseguida catamos la heterogeneidad del personal. Allí había mucha peña que no habíamos visto en citas políticas. La mani llegó a Sol. Dos y tres horas después, la gente seguía en Sol.

15 M, 21:51

No dejo de pensar en aquella columna que se veía a través de los edificios. Algo ardía en Callao. Se produjo entonces un hecho que tal vez no ha trascendido tanto. Los antidisturbios bajaron de las lecheras y se desplegaron. La gente se sentó en la Plaza y comenzó a protestar, se olía la masacre. Un grupo de polis abordaron a los concentrados, otro se desplegaba alrededor, pero me llamó la atención que no eran muchos, un número considerable de efectivos se había ido a controlar una protesta de bomberos que se había incicado en Paseo del Prado.

Vi persecuciones entre maderos y manifestantes al fondo y se intuían algunas cargas que bajaban de Preciados y adyacentes. Sonaban las fuscas y todo presagiaba que en Sol todo estaba a punto de reventar. No había mucha gente en la plaza. Los antidisturbios titubeaban, era raro, no cargaban, y al mismo tiempo la gente se envalentonaba, les gritaban, la poca prensa presente les enfocaba. De repente, todo desembocó en una retirada de las fuerzas represiva. La alegría se dosbordó. Los maderos embarcaban y se largaban, uno a uno, lechera a lechera. La peña los despedía entre insultos y risas. Me gustó aquella sensación, y a los que habían tenido las porras a escasos centímetros les invadió una sensación de euforia. Por fin, una victoria.

15 M, 21:52

A partir de aquí creo que los hechos son más que conocidos, y creo que no merece la pena ahondar en ellos. A todo esto, y previo a que todo esto sea descuartizado por la lógica cartesiana, quisiera decir que en mi opinión todo esto, ni es para tanto todo lo que se ha montado, ni lo condenaría al abismo de la nadería. En su justa medida, creo que ha sido un subidón que la gente haya tomado la calle. Y en el fondo me parecen bien todo lo que se ha hecho hasta el momento, y por el momento me posiciono, en líneas generales, a favor de lo recorrido.

18 M, 10:00

Estas movilizaciones no son la Revolución rusa. Esto no es 1936, es el año 2011, y no hay una clase trabajadora concienciada y politizada por estas latitudes, hay Twitter. A partir de aquí, algunos dirán que la ETA está detrás de todo, otros que probablemente esto no es más que el perroflatismo llevado hasta sus últimas consecuencias, y quizás alguno haya creído ver a Bin Laden bajo los toldos que nacen en la estatua de Carlos III. Yo he visto algo sincero, he visto algo honesto en este gesto popular, y con mayor o menor trascendencia hemos participado de algo verdadero y justo. Este no es el mayo francés, es el mayo castizo, con lo bueno y con lo malo que esto implica; e igual que quieres a las personas que te importan con sus defectos y sus cualidades, hemos querido darnos esta oportunidad de gritar: "que no, que no, que no nos representan".